domingo, 5 de marzo de 2017

CAPÍTULO 14
El nerviosismo estaba a flor de piel entre los soldados y por fin llegaron a Okinawa. Encontraron muchos niños degollados por sus mismas madres que luego se suicidaban porque les habían dicho que los americanos les iban a torturar, violar y matar si los encontraban vivos. Fue terrible. Su misión era limpiar de japoneses el Acantilado de Maeda, una pared casi vertical de unos 120 m en cuya cima se escondían los enemigos con túneles y trincheras casi invisibles. Fue sin duda el lugar más difícil de la guerra. Colocaron una gran red a modo de escalera para poder subir el acantilado. Antes de subir Desmond le pidió al teniente que le defara orar con los soldados y el teniente le dio permiso. Ese día ninguno de la Compañía B fue muerto ni herido en la batalla (solo uno que le cayó una piedra en la mano), pero sí hubo bajas en la otra Compañía que subió allí. Todos se preguntaban por qué y la respuesta era la misma: “un milagro”
Era el Sábado 5 de mayo de 1945 y debían subir otra vez. Desmond pidió permiso para acabar su lectura de la Biblia y orar y le fue concedido de nuevo, pero no le dejaron orar con los soldados porque ya tenían que estar arriba. Eran 155 hombres y todo fue mal esa vez y tuvieron que retirarse. Unos 100 heridos o muertos quedaron arriba y Desmond se quedó con ellos. Con una soga y sus nudos que aprendió en su adolescencia en la iglesia bajó uno a uno a unos 75 heridos por el acantilado con peligro de que lo mataran a él también. Lo único que repetía era: “Señor, ayúdame a bajar a uno más”. Estuvo 5 horas bajando heridos y no fue herido él. Todos quedaron asombrados.

Poco después en otro lugar Desmond fue herido por una granada en la pierna pero aún así ayudó a varios más. De camino al puesto sanitario una bala le atravesó el brazo salvando así el cuello del que le ayudaba a caminar. En este revuelo perdió su Biblia que luego fue encontrada por sus compañeros y se la devolvieron. Desmond volvía a casa.

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